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Bolivia se sumerge en un caos sanitario,mientras Añez se resiste a dejar el poder

La transmisión en vivo de una muerte por Covid es el reflejo del colapso sanitario. La presidenta interina aprovecha la pandemia para negarse a llamar a elecciones.

A siete meses del golpe de estado contra Evo Morales, Bolivia vuelve a sumergirse en el caos. Esta vez no se trata sólo de una crisis política. El coronavirus está provocando una severa crisis sanitaria que en parte ayuda a la presidenta interina Jeanine Áñez a sostenerse en el poder, argumentando que no es posible el llamado a elecciones.

Esta semana las imágenes de personas muertas en la vía pública porque los hospitales están colapsados recorrieron el mundo. Al menos diez contagiados de coronavirus murieron en esa situación. La situación más compleja se da en La Paz, Beni, Cochabamba y Santa Cruz.

El último dato del Ministerio de Salud boliviano da cuenta de casi 21.500 casos positivos de coronavirus y casi 700 muertos. Los opositores a Áñez denuncian que esos números están por debajo de la realidad y el propio gobierno admitió demoras en los testeos. Pero más allá de las cifras el problema es que el sistema sanitario ya está al límite y en muchos hospitales no hay camas disponibles.

A las fotos de personas fallecidas en la vía pública se sumó este jueves una dramática transmisión de un programa de televisión de una muerte por coronavirus en vivo y en directo, mientras realizaban un informe sobre el trabajo de un grupo de voluntarios. Los familiares de la víctima denunciaron que lo rechazaron en al menos cinco nosocomios de Santa Cruz, el departamento más afectado.

Un ministro de Áñez indignó a los bolivianos con su explicación sobre estos casos: aseguró que hay personas están «esperando hasta el último momento» para ir al hospital.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) replicó que estas muertes se deben a la imposibilidad de recibir atención médica ante la saturación de los hospitales», donde además hay una severa falta de insumos críticos, razón por la cual la oposición en el Senado pide informes sobre el destino de millonarias donaciones y créditos para enfrentar la pandemia.

En el medio hubo un escándalo por la compra a una empresa española de 170 respiradores con sobreprecios, que terminó con la detención del ministro de Salud. Para colmo se comprobó que los aparatos no eran aptos.

Pese a este dramático escenario el gobierno de Áñez empuja desde principios de mes una flexibilización del confinamiento, que había impuesto el 10 de marzo pasado. Lo hizo pasándole la responsabilidad a los gobiernos departamentales, varios de los cuales mantienen las restricciones por la crisis sanitaria.

La crisis sanitaria va a la par de una crisis política cada vez más profunda. A la oposición de los seguidores de Evo Morales, Áñez suma un enfrentamiento cada vez más duro con los sectores que la llevaron al poder: el del ex candidato presidencial Carlos Mesa y el del líder cívico Luis Fernando Camacho.

Mesa y Camacho están enfrentados con Áñez (también entre sí) porque la presidenta interina nunca mostró real interés en convocar a elecciones e incumplió la promesa de no ser candidata. Ahora el sector anti Evo tiene al menos tres candidatos, lo que en parte explica que el aspirante del MAS, Luis Arce, lidere todas las encuestas.

Mesa y Camacho coinciden con el sector de Evo Morales en que Áñez está aprovechando la pandemia de coronavirus para mantenerse en el poder y seguir demorando el llamado a elecciones hasta tener mejores posibilidades de ganar. Hoy está tercera en las encuestas detrás de Arce y Mesa.

La semana pasada, Áñez avisó que no promulgará una ley acordada por casi todos los partidos en el Parlamento (y avalada por el Tribunal Electoral Nacional) para realizar las elecciones el 6 de septiembre próximo. Dijo que antes el Congreso debe presentarle un estudio epidemiológico que demuestre que será seguro votar en esa fecha.

Áñez ya había usado el argumento de la pandemia para postergar las elecciones previstas para el 3 de mayo pasado, con respaldo del TSE. Pero ahora la presidenta interina fue en contra del acuerdo de todos los sectores, excepto Camacho que espera que se demoren hasta el año que viene aunque acusa al partido de Áñez de haber promovido la fecha de septiembre. El líder cívico también necesita tiempo para el rearmado de la oposición.

Como si el caos fuera poco este viernes las poderosas Central Obrera Boliviana (COB) y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), aliadas a Morales, le advirtieron a Áñez que si no promulga la ley de elecciones habrá una «sublevación».

Vía: La Política On Line – México

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