
05 de agosto 2025 .- El viceministro Gustavo Torrico cuestionó la veracidad de los sondeos que muestran al MAS en caída y aseguró que existe un voto duro ya decidido que no se expresa públicamente. “No es voto indeciso, es voto oculto”, sentenció, al advertir que el MAS podría sorprender en las urnas tal como lo hizo en 2020.
El viceministro Gustavo Torrico ha desestimado la validez de las encuestas electorales recientes que muestran una supuesta caída del Movimiento al Socialismo (MAS), sugiriendo que estas no reflejan adecuadamente la realidad política del país. Según Torrico, los sondeos no logran captar el verdadero sentir de una parte importante del electorado que no se manifiesta abiertamente por diversas razones. Esta postura pone en duda la metodología y el alcance de las mediciones que circulan en los medios de comunicación.
Torrico introdujo el concepto de “voto oculto” para explicar la aparente discrepancia entre los resultados de las encuestas y el apoyo real que tendría el MAS. Aclaró que no se trata de votos indecisos, sino de personas que ya han tomado una decisión pero que prefieren no expresarla públicamente, posiblemente por temor a represalias sociales, estigmatización o simplemente por desconfianza hacia los encuestadores. Este fenómeno podría generar una sorpresa en los resultados oficiales el día de las elecciones.
El viceministro recordó que en 2020 ocurrió una situación similar, cuando las encuestas también mostraban una imagen debilitada del MAS, pero el partido terminó ganando con una victoria contundente. En este sentido, Torrico instó a no subestimar la fuerza del voto leal y estructural que, a su juicio, sigue firme dentro del electorado boliviano. Advirtió que el verdadero pulso político solo se conocerá en las urnas y no en las proyecciones estadísticas.
Este tipo de declaraciones forman parte de una estrategia discursiva que busca reforzar la moral de la militancia masista y generar dudas sobre la credibilidad de las encuestas, especialmente en un contexto electoral polarizado. Al mismo tiempo, plantea un escenario electoral en el que los factores invisibles o subestimados podrían jugar un papel decisivo, generando expectativas de un “efecto sorpresa” similar al que ya vivió Bolivia en pasados comicios.